
Ahora podemos directamente reproducir música gratis para escuchar sin necesidad de descargárnosla, incluso la ingente capacidad de una biblioteca es posible almacenarla sin apenas llenar la capacidad de nuestros discos duros. Se ha producido una democratización de la información que supera con creces las demandas, y sólo la curiosidad nos lleva a adquirir contenidos que realmente no son imprescindibles para nuestra realización personal.
La crítica a la descarga de contenidos con copyright pierde aquí el sentido ya que el usuario no llega realmente a hacer un uso explotador de dichos contenidos y de tener un mínimo precio no se plantearía adquirirlos.
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