
Es esta nueva concepción de los hábitats humanos lo que caracteriza la nueva era de las ciudades urbanitas, en las que los ciudadanos se sienten en un entorno compatible con sus naturaleza interna y huye de la alienación que sufria al convivir en entornos artificiales y frios tan ajenos a la humanidad. Es en esta nueva filosofía en la que la arquitectura adquiere un valor vital compatible con la identidad de las personas y no una simple estructura cobertora de la habitabilidad a que nos tenían acostumbrados los estudios de arquitectura.
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